El Fondo Para la Protección de los Animales Salvajes, conocido como FAPAS, con el apoyo de ENEGAS, han puesto en marcha «un ambicioso proyecto que trata de reforzar la conservación del oso» en el Valle de Valgrande-Pajares.
Desde FAPAS narran que «por fortuna, el oso ha vuelto y desde hace unos años, se identifican las primeras hembras reproductoras después de décadas desde que fueron eliminadas del territorio, según algunos datos desde los años 70 coincidiendo con las enormes obras de infraestructuras del inicio de la actual autopista del Huerna«.
El proyecto de FAPAS se orienta sobre cuatro puntos que son la eliminación de los daños directos de los osos a la apicultura, la potenciación de recursos alimenticios para el oso, la supervivencia al 100% de los árboles plantados y la productividad de la fruta.
Para ello, en las últimas semanas, entre agosto y septiembre, han procedido a la protección de tres de los colmenares del valle que se encontraban con mayor riesgo de sufrir daños de oso. Además, se han plantado «1.080 Árboles Gourmet para el oso con la doble finalidad de generar recursos alimenticios y en el futuro evitar el acercamiento de los osos a los pueblos que van en busca de comida«, explican. Las plantaciones son compatibles con el mantenimiento de la actividad ganadera tradicional.
Desde el FAPAS destacan que «las primeras fincas que estamos plantando han sido cedidas por un apicultor local que entiende que el oso no solamente no es un enemigo, también puede ser un aliado. Una vez protegidos los colmenares, plantar en su entorno frutales será un gran apoyo a las abejas que van a encontrar millones de flores en el entorno del colmenar, por tanto, mayor productividad de miel. Buscar y encontrar estas sinergias de cooperación entre la conservación del oso y las actividades tradicionales debe de formar parte de las estrategias de conservación de una especie que aún sigue estando en grave riesgo de extinción«.
En este proyecto FAPAS abandona «las tradicionales plantaciones de miles y miles de árboles que en el caso de la conservación del oso pardo han sido un rotundo fracaso en la mayoría de los proyectos llevados a cabo en gran parte de la Cordillera Cantábrica durante los últimos treinta años por parte de Administraciones y otras entidades» apuntando que «elegimos un sistema eficaz que también requiere mantenimiento, pero que es menos invasivo ya que no precisa uso de maquinaria, obras de acondicionamiento del terreno, desbroces que eliminan vegetación de matorral también de gran valor ecológico. Un sistema manual que a la larga va a ser altamente productivo y que aportará al territorio decenas de miles de kilos de fruta«.
Desde FAPAS apuntan que, en cuanto a los frutales plantados, estos tienen una esperanza de supervivencia de entre 75 y 100 años y apuntan que «cuando alcancen su madurez estarán produciendo una ingente cantidad de alimento que estará a disposición de la fauna silvestre, posiblemente entre 100.000 y 150.000 kilos de fruta«.
Un proyecto que busca la conservación del oso «en el valle más castigado por la incorporación de infraestructuras, consiguiendo el objetivo de conciliar desarrollo socioeconómico de un territorio con la conservación de su biodiversidad«, zanjan.